LA MISIÓN DESDE EL HOGAR SANTA MARÍA DE LA VIDA: SAGRARIO ALARZA

I.  PRESENTACIÓN DE LA REALIDAD


El Hogar “Santa María de la Vida” es un hogar para niños/as con discapacidad severa asociado a ello, generalmente abandono por parte de la familia.

Nació en el año 1994 como respuesta a una necesidad que nos llegó a través de la organización “Mensajeros de la Paz”, no había grupo de personas estable que pudieran atender a estos niños.

Creemos que responde a nuestro Carisma en el momento actual, Mª Ana se inclinó hacia los niños, los pobres y los enfermos.

A lo largo de estos 20 años han pasado por el Hogar 26 niños, en este momento hay 6; algunos han sido adoptados, otros se han trasladado a otro centro por mayoría de edad o por ser más adecuado a sus características y otros han muerto.

II. LOGROS Y DIFICULTADES

Generalmente los logros están tan dentro, que, a veces, es difícil evaluarlos, basta el día a día haciendo posible por nuestra parte, el acoger lo que cada niño nos ofrece: su sonrisa, su mirada, su querer estar a nuestro lado y lo que nosotras podemos ofrecer: mayor calidad de vida, cuidado y sobre todo cariño.

Otro aspecto muy positivo es la relación con el entorno, nuestro estar en el edificio, con los vecinos, en la parroquia ha cambiado. La acogida ayuda y ánimo de las personas que están en nuestro entorno ha sido un bien y motivo de agradecimiento para cada una y para la comunidad.

También la relación con las trabajadoras es familiar y de buscar juntas el bien de los niños.

El Hogar también es punto de encuentro para muchas hermanas de la Congregación. Muchas hermanas tienen muchos detalles y ello ayuda a sentirnos representantes de una misión que es de todas.

No podemos olvidar el voluntariado, es una riqueza mutua. Los niños con sus realidades, los jóvenes y no tan jóvenes con su actitud de querer ayudar, de compartir su tiempo y sus ganas de hacer el bien y la comunidad con su acogida y su acompañar con la cercanía hacen posible que el voluntariado sea algo más que una ayuda mutua.

III. VIVENCIA DE MISION

La misión es única y cada una desde nuestro quehacer vamos haciéndola posible.

Desde luego una señal del Reino es que los pobres y pequeños ocupan un lugar importante en nuestros servicios: ancianos, solos, excluidos, niños, enfermos…..y un largo etcetera que el evangelio explicita bien. 

Pero no solo hemos realizado misión en nuestro quehacer sino que la misión nos va realizando a nosotras.

En nuestra tarea concreta el encuentro con la debilidad, con la vida tan “en un hilo”, con la dependencia total de nosotras, nos hace descubrir a un Dios pendiente de nosotras, a un Dios, como dice Isaías, inclinado hacia nosotras, a un Dios que nos pone cerca de su rostro y nos acaricia, a un Dios, en definitiva madre y padre. 

IV. RELACION DE LA MISION REALIZADA DESDE LA ILUMINACION DE LA IGLESIA EN LA EXHORTACION EVANGELII GAUDIUM

De “La alegría del Evangelio podemos extraer algunos aspectos que hacen referencia con nuestra tarea:

Los pobres aparecen en todos los capítulos en un lugar central de la mirada, la reflexión y la acción a la que estamos llamadas en la nueva evangelización.

Voy a ir desgranando algunos números consciente de que me dejo otros muchos que señalan aspectos importantes:

177: “…el contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad”.

178: “la intima conexión que existe entre evangelización y promoción humana… nos lleva a desear, buscar y cuidar el bien de los demás”

180: “la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz y de dignidad para todos”

187: cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres… esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor de los pobres y socorrerlos.

195: “la belleza del evangelio no siempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha.”

198: “los pobres, desde lo que son, viven, piensan y sienten son para nosotros una invitación permanente a la conversión, a la vuelta al evangelio, a nuestra transformación personal y comunitaria, social y eclesial”

210-213: necesitamos cultivar una espiritualidad de la ternura: en una cultura del triunfo y del éxito, nosotras hemos de apostar por los pequeños, los débiles, los frágiles, los menos rentables, los perdedores. En esto consiste la ternura y esa es una de las características de la caridad.

Todo esto sólo será posible desde una profunda espiritualidad. En el nº 262 nos dice el Papa: “siempre hace falta cultivar un espacio interior que otorgue sentido cristiano al compromiso y a la actividad”. Sólo en la fe en Cristo resucitado encontramos la fuerza para afrontar los cambios necesarios y superar los fracasos.

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